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13.04.2007
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Como Baresi.
Desde entonces, el espigado hijo de uno de los grandes del Milán en su historia, Cesare Maldini, creció y creció (merendándose al Madrid y al Barça por el camino) hasta superar la figura de su padre, la de todos los grandes ídolos de la historia del club y del Calcio y situarse, si no por delante, al menos a la misma altura que Franco Baresi.
Su palmarés le colocó también como uno de los futbolistas más laureados del Viejo Continente. A Maldini sólo le queda el resquemor de, a sus casi 39 años, no haber ganado jamás un Balón de Oro o un FIFA World Player.
Casi a la vez que él, en 1987, un chaval rubio con cara de ogro debutaba en el Karlsruhe, un modesto equipo que militaba en la Segunda División alemana. Tras dos años como suplente de Alexander Famulla, su momento llegó en 1989 y Kahn no lo desaprovechó. Pocos recuerdan ya que Kahn era el portero titular del Karlsruhe que le endosó un 7-0 en Alemania al Valencia en un partido de la Copa de la UEFA 93-94... De allí partió al Bayern en un traspaso récord y en 2001 devolvió la inversión: de nuevo ante el Valencia, en una final de la Champions y deteniendo tres penaltis en la tanda.
El duelo final en Múnich se decantó del lado de Il Bello, en pie sonriendo, el Ogro abatido y la lágrima rodando por la mejilla. Sólo podrá ser mejor final el de Atenas, con San Paolo levantando su quinta Copa de Europa: las mismas que un tal Alfredo di Stéfano.
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